Plan México: La estrategia de Sheinbaum para atraer inversión en un entorno de incertidumbre

México busca transformar su política industrial con la implementación del Plan México. La presidenta Claudia Sheinbaum presentó este mes su estrategia sexenal, cuyo objetivo es captar 277,000 millones de dólares en inversiones, reducir la dependencia de importaciones asiáticas, principalmente de China, y fortalecer la producción nacional y regional en Norteamérica. Aunque Sheinbaum ha enfatizado que este plan no responde directamente a las amenazas arancelarias del presidente de EE.UU., Donald Trump, su propuesta surge en un escenario desafiante, caracterizado por la incertidumbre derivada de estas presiones económicas, la desaceleración del consumo interno y el freno en el crecimiento económico del país.
Las metas establecidas son ambiciosas: posicionar a México entre las 10 principales economías del mundo, generar 1.5 millones de empleos en manufactura especializada, incrementar en un 15% el contenido nacional en sectores estratégicos, capacitar a 150,000 profesionistas y técnicos anualmente, y facilitar el acceso al financiamiento para pequeñas y medianas empresas. Como parte de su plan insignia, Sheinbaum anunció un fondo de hasta 30,000 millones de pesos en incentivos fiscales para fomentar la inversión en innovación. Estos subsidios buscan impulsar a las empresas locales y optimizar el apoyo a compañías extranjeras que se establezcan en México. El decreto tendrá vigencia hasta septiembre de 2030, con un enfoque prioritario en el sector tecnológico y apoyo específico para las Pymes.
El Plan México fue presentado en el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, donde funcionarios federales sostuvieron reuniones con líderes empresariales internacionales para promover sus objetivos en inversión y empleo. Sin embargo, aún quedan detalles por definir en una coyuntura marcada por la incertidumbre macroeconómica, la ralentización de inversiones y el crecimiento moderado del PIB, que, según proyecciones de organismos multilaterales, podría ubicarse por debajo del 2% este año.
Según Alfredo Coutiño, director para América Latina de Moody’s Analytics, alcanzar las metas del Plan México exigirá un crecimiento sostenido del 5% anual en los próximos seis años, una cifra lejana considerando que la Secretaría de Hacienda prevé un 3% para este año. Además, el objetivo de generar 1.5 millones de empleos anuales es ambicioso, dado que en los últimos tres años el promedio ha sido de 800,000. El especialista advierte que el panorama es complejo debido a factores como las reformas constitucionales que generan incertidumbre en los inversionistas y la política proteccionista de Trump, que podría afectar la decisión de capitales extranjeros.
En este contexto, el Plan México hace hincapié en el déficit comercial con China y en la necesidad de una reconversión industrial para sustituir importaciones asiáticas con producción nacional. Coutiño señala que esta estrategia podría alinearse con las exigencias de Trump para frenar la expansión del gigante asiático en Norteamérica. Sin embargo, también alerta sobre los riesgos que representa la postura proteccionista de EE.UU., que podría generar disrupciones en el comercio bilateral y afectar la disponibilidad de insumos clave para la industria mexicana, con el riesgo de un menor crecimiento o incluso una recesión en 2025.
Por su parte, la experta en políticas públicas, Viri Ríos, enfatiza que el Plan México busca una transformación del modelo económico, pasando de ser un exportador de bienes ensamblados a un productor de bienes con alto valor agregado. Para lograrlo, destaca la importancia de no solo otorgar incentivos a las empresas, sino también de evaluar rigurosamente el cumplimiento de sus compromisos en materia de innovación y sustitución de importaciones. Además, sugiere incorporar programas de capacitación empresarial e incentivos para que negocios tradicionales se diversifiquen hacia sectores de mayor sofisticación.
A tres décadas de la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), ahora T-MEC, el desarrollo industrial mexicano presenta contrastes. Si bien México se ha consolidado como una plataforma de manufactura y exportación hacia EE.UU., aún enfrenta retos en la generación de patentes, empleos de calidad y desarrollo de conglomerados empresariales nacionales. Rodrigo Aliphat, director de la División de Estudios sobre Desarrollo del CIDE, explica que el afán de integración comercial con Norteamérica llevó a una dependencia de importaciones que debilitó las cadenas productivas nacionales. El experto señala que, si bien el T-MEC ha impulsado las exportaciones, también ha fomentado una mayor dependencia de insumos foráneos, lo que ha limitado el desarrollo de una industria manufacturera con mayor valor agregado.
El futuro del T-MEC está en la mira de Trump, quien ha manifestado su intención de renegociarlo si así conviene a los intereses de EE.UU. A pesar de que la revisión del tratado está programada para 2026, medios estadounidenses anticipan que podría adelantarse bajo presión del gobierno republicano. Ante este panorama, Aliphat subraya la necesidad de diversificar los mercados de exportación de México más allá de EE.UU., explorando oportunidades en Europa, Sudamérica y Asia para reducir la vulnerabilidad ante los vaivenes políticos y económicos de su principal socio comercial.
Desde la firma del TLCAN en 1994, la postura oficial en materia industrial ha evolucionado. En aquel momento, el entonces secretario de Comercio y Fomento Industrial, Jaime Serra Puche, afirmó que «la mejor política industrial es aquella que no existe». Tres décadas después, el Gobierno de Sheinbaum coloca nuevamente el desarrollo económico e industrial en el centro de su agenda, con una estrategia que busca fortalecer el sector productivo nacional. Si bien los desafíos son significativos y los resultados no serán inmediatos, la puesta en marcha del Plan México representa un primer paso hacia una política industrial más activa y estructurada.